lunes, 2 de enero de 2012

[Opinión] Amo los videojuegos

Amo los videojuegos. De verdad.
Incluso antes que eso, amo el sencillo acto de jugar.
Los videojuegos tienen algo que los hace únicos más allá que cualquier otro medio. Y es por eso que hay momentos en los cuales hay que salir a defender las cosas que uno quiere.
 
Hace un par de semanas fueron los VGA. Partiré por omitir cualquier clase de comentario al respecto de aquel evento, ya que quedaría como un fanboy y la gente empezaría a escapar.
 
Como de costumbre, se encendió la polémica respecto a cómo se muestra la industria. Y, como todos los años, las dos más claras posturas respecto a este evento se encontraban para pelear por ellas mismas:
-    Por un lado, el hecho de que la existencia de este tipo de premios habla muy mal de la industria, poniéndonos en una pésima posición para que los videojuegos sean tomados en serio.
-    Y por el otro, la idea de que los videojuegos ya son tomados en serio por las únicas personas que importan, que son los jugadores o los “gamer”.

Pensemos un poco en estas posturas


La primera parece ser un grito a la hora de expandir el medio. Una necesidad de generar más jugadores, más gamers, más gente a la cual le gusten los videojuegos. Y también un grito para mejorar la imagen de la industria, que, bajo su pensamiento, se ha visto deteriorada por las mismas personas que dicen amar este medio.

La segunda postura nace como respuesta a la primera, dejando en claro que es irrelevante el cómo se trate al medio, ya que no importa cómo nos mostremos, los no-gamers ya tienen implantada en su memoria colectiva la idea de que los videojuegos son una pérdida de tiempo, y no debemos perder nuestro tiempo en demostrarles lo contrario.

El asunto es que podemos ser mejores.

Pensemos por un momento el impacto que tiene este medio. En poco más de dos años, la industria de los videojuegos ha llegado a generar más público que las industrias del cine y la música unidas. El público objetivo, los video jugadores, aumentan cada año, y se dan casos de juegos que venden millones de unidades en cosa de días, algo que ni siquiera se podía pensar hace un par de años.

Pensemos también en todo lo que significa tener un público de esa magnitud y ese fanatismo. Pensemos también en la capacidad que tienen los juegos para enseñarnos cosas sin querer, cosas interesantes, cosas sobre nosotros mismos de las cuales no solemos darnos cuenta.

Los videojuegos en general son obras inconclusas. Se crean como obras inconclusas para que sea el jugador aquel que la termine, que le genere un valor, que le dé una importancia al mundo y la experiencia que, como diseñador, has creado.

Consideremos por un momento la capacidad que tienen los juegos para explorar la condición humana. Algo que ha hecho el cine, los libros, los cómics, la televisión, durante muchos años. Algo que los videojuegos están empezando a masificar gracias a sus características como obras inconclusas.

Imaginen a donde podemos llegar a parar si somos capaces de mirar a los juegos como una obra con un potencial artístico inmenso que recién ahora estamos empezando a entender y explorar. Y aún así, existe el grito de que no es necesario hacer esto, ya que los juegos ya son disfrutados por quieres “realmente” importan.

Pensemos un poco en los medios recién mencionados. El cine, por tener un ejemplo universal: ¿Podrían generarse joyas de este arte si no hubiese habido gente capaz de ver el potencial del medio? Películas de la talla de “Inception” o “El Cisne Negro”, ¿Podrían haber sido creadas sin que hubiera un Orson Welles o un Ridley Scott antes? Animaciones como las de “Como entrenar a tu dragón” o “El castillo vagabundo”, ¿Podrían existir sin un Walt Disney o un Osamu Tezuka antes que hayan dedicado sus vidas a explorar lo que su medio podía crear?

Sagas cinematográficas como Transformer, Star Wars, Harry Potter o El Señor de los Anillos le deben su éxito a gente capaz de entender el potencial de lo que están creando, el medio que están viviendo y las limitaciones que se pueden romper. Pero el verdadero tema es de donde sale este interés por romper estos límites.

Estos grandes logros se deben en gran parte a la expansión de estos medios a un público aún más masivo ya que, con la llegada de más gente, aquello que funcionaba antes ya no es lo que funciona ahora, y se debe seguir renovando si realmente quieres que “esto”, el medio completo, funcione. Cada vez que algo se crea, también se crea un límite esperando ser roto para recrearse a si mismo continuamente. Y cada vez que un límite renace, lo hace con mayor fuerza para que, al ser roto, la recompensa sea mayor.

Volviendo al tema de los videojuegos. ¿Por qué no avanzamos para explorar ideas, emociones, educar mientras entretienes?

El problema que nace con esto es que la respuesta suele ser: Porque eso no es divertido. Pero tengo una pregunta para devolver: ¿Podrían “Matrix”, “Inception”, “El Caballero de la Noche”, ser igual de divertidas y atrayentes si no hubiesen explorado ideas profundas? ¿Podrían los libros “Fundación”, “La Comunidad del Anillo” o “Alicia en el País de las Maravillas” haber sido menos poderosos si no hubiesen creado nuevas formas de escribir?

En cuanto a juegos, ¿”Bioshock” habría sido menos poderoso como juego si no hubiese sido una exploración a la ideología objetivista? ¿La saga “Persona” sería la mitad de interesante si no explorase las teorías de la psicología analítica de Carl Jung? ¿”Megaman” sería igual de divertido si no ofreciese una mecánica basada en las ideas sintoístas

El tema es este: Debemos evitar que el acto de jugar se convierta en una elite. Las elites son capaces de disfrutar lo que tienen y no ambicionar a más, ya que tienen todo lo que necesitan. Debemos generar un público mayor, que el ser gamer no sea mal visto, que el ser jugador sea algo de lo cual se pueda gritar a los cuatro vientos. Debemos pelear contra el estigma que mucha gente parece defender con fuerza, ya que eso solo nos hace quedar mal.

Lo repetiré: Amo los juegos. Quiero que la gente que ya los ama los ame aún más, y que la gente que aún no lo hace, sea capaz de hacerlo por voluntad propia. Quiero que sea así para que el medio pueda romper sus propias ataduras y evolucionar a algo aún mejor que lo que tenemos.

Debemos interesarnos por todos, no solo por nuestro público.

Debemos ser capaces de aceptar al que viene llegando a este mundillo, ya que cualquiera podría ser un futuro Miyamoto y puede que no nos demos cuenta.

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