De todas formas, conforme pasaban los
meses, más y más dudas se planteaban en mi mente: ¿Era esto lo que quería
hacer?, ¿Estaba bien planteada la carrera?, ¿Estaré haciendo lo apropiado en
estos lados? Estas preguntas, y otras similares me consumieron bastante durante
el año. Aun así, decidí quedarme y ver a donde me llevaba todo esto, esta
experiencia. Y no me arrepentí.
Con una buena cantidad de esfuerzo,
logré terminar ese primer año, cerrando todos mis ramos de forma apropiada, y
esperando el comienzo del segundo y último año académico. Y creo que he
aprendido y mejorado bastante como diseñador de juegos, aunque sigo sin encontrar
esa línea específica de desarrollo en la cual enfocarme completamente. De todas
formas, gran parte de mi conocimiento se debe a material teórico antes que a la
experiencia práctica y creación más dura de un juego.
Ahora, si llegaste a este párrafo, puede
que te preguntes por qué escribo todo esto. Intento no llenar este blog con
cosas demasiado personales, pero creo que este pensamiento en particular puede
que sea interesante de compartir. Y, de paso, así tener una entrada más que
colocar por acá, antes que las polillas se apoderen de todo el lugar.
El 2012 también fue el año en que decidí
dejar de llamarme “Gamer”.